2 abr 2010

Cinco signos que gritan… ¡CAMBIA DE TRABAJO! ®

En tiempos de crisis la mayor parte de noticias que aparecen en los periódicos se refieren a los despidos. El problema es que quienes se quedan tienen que hacer más con menos, bajo una tensión creciente.
La situación de los negocios es cambiante, los presupuestos se afinan y las exigencias se disparan, las relaciones entre los distintos departamentos tienden a deteriorarse en función del “clima interno” y algunos jefes pretenden salvar su pellejo a
cuenta de los demás. Los rumores se disparan y en definitiva los empleos se convierten en algo “chungo” si me permitís la palabra, a veces nuestros sueños laborales se pulverizan cuando la empresa trata de sobrevivir y otros departamentos también.
Aquí os dejo cinco signos reveladores de que la recesión está poniendo a vuestro organización en lo que los americanos llaman “chokehold”, en nuestra traducción libre una especie de shock mantenido, y de que más pronto o más tarde vuestro trabajo será insostenible. Vayamos a estos cinco signos de alarma.
El hacha del presupuesto corta los lazos emocionales.
Punto de impacto.- La lealtad se desvanece.
Cuando los empleados están motivados, crean lazos psicológicos tanto con la organización como con su manager basado en sentimientos mutuos de lealtad, imparcialidad y cumplimiento de obligaciones, sin embargo, durante una caída libre estos lazos se deterioran. Cali Ressler afirma que en esas circunstancias la relación “se hace puramente transaccional”. Los managers corremos el peligro de mirar a nuestros colaboradores solamente en función de la posibilidad de prescindir del mismo, lo cual es posible que nos lleve a desechar talentos necesarios.
Por parte de los trabajadores la actitud no es mucho mejor. Es comprensible, si el trabajador cree que será el siguiente, aportará su tiempo, pero su alma, su pensamiento, sus planes está en otro sitio. Ressler dice que en esas condiciones debemos olvidarnos de las virtudes positivas de nuestros colaboradores, pues según él “cuando el negocio funciona tan mal, el trabajo se reduce a una mera bolsa de servicios”.
Chorros de malas noticias
Punto de impacto.- Los mandos intermedios sufren la descarga.
El director de la compañía lo tiene tan fácil como anunciar los despidos a través de un escrito, un e-mail, o cualquier otro medio que no precisé ni su presencia, pero son los mandos intermedios quienes mirando directamente a los ojos de la gente tiene que decirles adiós. En las avalanchas, la cumbre se desprende de algo, sí, pero ese algo golpea el espacio intermedio para transmitirlo al valle.
En momentos de crisis, los gerentes intermedios a menudo se encuentran entre la espada y la pared, la espada de la organización y sus designios y la pared que suponen esas miradas que dicen “me siento engañado y maltratado”.
El “ clima de miedo” ya está aquí
Punto de impacto.-Los compañeros de trabajo se hacen “políticos”.
Menores recursos económicos y de personal transforma a la gente que intenta luchar por su pedazo de la tarta. Algunos de estos “políticos” utilizarán sus amistades externas, otros buscarán la forma de acercarse a los jefes, serán capaces de aprender a montar en bicicleta, aficionarse al fútbol o convertirse en forofos del golf. Las maniobras políticas comienzan a pesar más que la preocupación por el trabajo habitual y su desarrollo.
La burocracia se convierte en algo básico.
Punto de impacto.-Los” rulemakers” o productores de normas de obligado cumplimiento son los amos.
Existen dos departamentos que en tiempos de crisis aumentan su poder, el de contabilidad y el legal. Las tareas de reestructuración, fusión, reducción de presupuesto o personal, etc. requieren de sus conocimientos. Importante para su prestigio crecimiento, pero … ¿Y los demás?. Pues a los demás, las nuevas reglas, normas y presupuestos se lo pone difícil. Comienzan los retrasos injustificados en los contratos, materiales y presupuestos. Ambos departamentos nunca tendrán tanto poder.
La innovación sufre una parálisis.
Punto de impacto.-Las buenas ideas, las aportaciones de la gente son ignoradas, aparece el resentimiento entre los empleados.
Con la burocracia funcionando “a tope” la investigación, nuevos proyectos, campañas de mercadotecnia y esfuerzos de innovación desaparecen. El horizonte de la compañía se hace más pequeño y su supervivencia es más incierta. Los objetivos financieros se fijan en el corto plazo, la motivación del personal se deteriora, las herramientas -en sentido amplio- de trabajo no funcionan y no se puede invertir en nuevos instrumentos para manejar la crisis. Al final, la falta de recursos financieros, produce la apatía incluso de los más constantes, pero no de los más luchadores. ¡Estos… ya se habrán marchado!

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